El año pasado los investigadores encontraron que por lo menos 16 FRBs (estallido rápido de radio) procedían de una única fuente más allá de nuestra Vía Láctea. Fue tal el desconcierto que varios físicos de Harvard llegaron incluso a proponer que las misteriosas señales podrían ser la prueba de una tecnología alienígena extraordinariamente avanzada. Y ahora ha vuelto a suceder.
Entre todos
los fenómenos inexplicables de nuestro Universo, los estallidos rápidos de radio (FRB por sus siglas en inglés) son posiblemente los más misteriosos. De
hecho, se trata de las señales más
escurridizas y potentes jamás detectadas en el espacio, y aunque duran
apenas unos pocos milisegundos pueden generar, en ese breve tiempo, la misma
cantidad de energía que 500 millones de soles. Hasta ahora, nadie ha logrado
averiguar qué clase de sucesos podrían ser capaces de producir señales de radio
de tan extraordinaria intensidad, según recoge José Manuel Nieves en ABC.
La primera
vez que se supo de su existencia fue en el año 2007, y desde entonces
astrónomos de todo el mundo han tratado de «cazar»
esos brillantes e inesperados destellos en el firmamento. Se trata, por
supuesto, de una cuestión de suerte, ya que los FRBs son imposibles de predecir
y la única forma de detectarlos es que los instrumentos estén observando
contínuamente, con la esperanza de que uno de esos breves eventos se produzca
dentro de su radio de acción.
Pero el año
pasado sucedió algo extraordinario: los
investigadores encontraron que por lo menos 16 FRBs procedían del mismo punto
del espacio, una única fuente más allá de nuestra Vía Láctea. Fue tal el
desconcierto que varios físicos de Harvard llegaron incluso a proponer que las
misteriosas señales podrían ser la prueba de una tecnología alienígena
extraordinariamente avanzada.
Y ahora ha
vuelto a suceder. Un equipo de investigadores de la McGill University acaba de hacer pública en Astronomers Telegram (un boletín online en el que los astrónomos
anuncian sus hallazgos) la detección de otro misterioso estallido rápido de
radio golpeando la Tierra desde una fuente espacial desconocida.
El último evento detectado
Por si esto
pareciera poco, este particular estallido se ha producido en el rango de
frecuencias de 580 megahertz, casi 200 MHz más bajo que cualquier otro
registrado hasta ahora. El inusual
descubrimiento tuvo lugar durante la mañana del pasado 25 de julio y fue
designado como FRB 180725A, un indicativo que refleja el año, el mes y el
día de la detección.
«Los eventos -explica Patrick Boyle, director del proyecto, en Astronomers telegram- ocurrieron tanto durante el día como por la noche, y no hay correlación entre sus tiempos de llegada y alguna actividad o fuente conocida in situ».
¿A qué
podrían deberse estos gigantescos fogonazos? Los estudios más recientes sobre
el tema apuntan a posibles estrellas de neutrones, pero otras hipótesis
incluyen agujeros negros, púlsares con estrellas compañeras, implosiones de
cadáveres estelares o magnetares. Lo único cierto es que cuando se trata de
FRBs, nada es seguro.
Fuentes situadas a miles de millones de años
luz
Lo que sí
sabemos es que los estallidos de radio cubren una cierta extensión de
frecuencias, aunque este último caso demuestra que el rango es mayor de lo que
se pensaba. Y que parecen llegar de muy lejos, posiblemente desde miles de
millones de años luz de distancia. Y también sabemos, por supuesto, que sea lo
que sea que los cause, tiene que ser un fenómeno extremadamente energético.
Ante este
panorama, no resulta extraño que el año pasado, tras detectar 16 FRBs
procedentes de un mismo punto, algo realmente insólito, científicos como Avi Loeb, del Centro de Astrofísica
Harvard Smithsonian, hayan dicho que «vale
la pena contemplar y verificar la posibilidad de que su origen sea artificial».
De hecho, en un artículo publicado en enero del pasado año en Arxiv.org, Loeb escribía que «hemos postulado que los estallidos rápidos de radio podrían ser haces producidos por civilizaciones extragalácticas para, potencialmente, alimentar naves impulsadas por velas de luz».
Esa
tecnología, aún en pañales en la Tierra, tiene sin embargo el potencial de
revolucionar la exploración espacial, y consiste en «empujar» grandes velas espaciales con potentes haces láser. En
teoría, de esta forma una nave podría alcanzar hasta un 20% de la velocidad de
la luz y enviar, según la NASA, una nave a Marte en apenas tres días.
Con eso en
mente, Loeb y su equipo investigaron la posibilidad de que los estallidos
rápidos de radio provinieran de un enorme transmisor de radio en un distante
planeta alienígena, que emitía señales tipo FRB a través del Universo para
propulsar las gigantescas velas de sus naves.
Una
explicación extravagante y digna de una película de ciencia ficción, pero al
mismo tiempo una hipótesis más de trabajo, igual de válida que cualquier otra,
hasta que alguien, en algún laboratorio, sea capaz de encontrar respuestas al
misterio de los FRBs.
Anuncios:
No hay comentarios:
Publicar un comentario